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Mexico: Entre el reto y la oportunidad.

  • licestebancapella
  • 9 may
  • 2 Min. de lectura

Por: Lic. Esteban Capella Ibarra


México se encuentra en una encrucijada histórica. Después de más de treinta años bajo un modelo económico sustentado en la apertura comercial, impulsado por el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, hoy enfrentamos una realidad distinta. Las variables que definen el presente y el futuro han cambiado: la digitalización, el cambio climático, la automatización, las tensiones geopolíticas, y la necesidad de resiliencia productiva nos obligan a repensar el camino recorrido y el que estamos por tomar.


Nuestro verdadero reto no es seguir dependiendo de los ciclos del mercado internacional, sino avanzar hacia un modelo de autosuficiencia, autosostenibilidad y autosustentabilidad. Estos conceptos, más allá de ser modas, representan una nueva visión de país: un México que produce lo que consume, que apuesta por el talento nacional, y que resuelve sus propios problemas con creatividad, innovación y determinación.


Durante las últimas décadas, logramos posicionarnos como una potencia exportadora en sectores como la manufactura automotriz, la agroindustria y la industria electrónica. Pero en muchos casos, fuimos ensambladores de tecnologías extranjeras, exportadores de materia prima o maquiladores de ideas ajenas. Ahora, el reto es dar el salto: dejar de ser solo una pieza más del engranaje y convertirnos en diseñadores del motor.


Tomemos como ejemplo el sector agrícola. Exportamos toneladas de aguacate, jitomate y café, pero rara vez vendemos el producto con valor agregado. ¿Por qué no consolidar marcas nacionales que exporten aceite de aguacate, jitomate en conserva o café gourmet empaquetado con identidad mexicana? Ese es el paso hacia una economía más sólida: producir con valor agregado y con visión de largo plazo.


Lo mismo ocurre con la tecnología. Países como India apostaron por formar talento en programación, inteligencia artificial y desarrollo de software, logrando exportar servicios digitales al mundo entero. México tiene una generación joven talentosa, creativa, con hambre de futuro. Pero necesitamos políticas públicas y esquemas de colaboración público-privada que apuesten por el desarrollo tecnológico propio, no por la eterna dependencia de plataformas extranjeras.


Y no podemos olvidar el aspecto más importante: la profesionalización del emprendimiento. En México, muchas personas emprenden por necesidad, no por vocación. Eso puede cambiar si desde la educación básica se fomenta la cultura del emprendimiento, el pensamiento crítico, la resolución de problemas y el compromiso social. Hay ejemplos inspiradores: jóvenes que han creado apps para conectar a productores rurales con consumidores urbanos; comunidades que impulsan cooperativas de reciclaje; emprendedores que diseñan soluciones tecnológicas para problemas reales del país.


Pero todo esto será insuficiente si no resolvemos nuestros problemas internos estructurales. Corrupción, inseguridad, impunidad, burocracia y desconfianza institucional son barreras que limitan nuestro potencial. No podemos atraer inversión ni fomentar emprendimiento si no garantizamos certeza jurídica, Estado de Derecho, servicios públicos eficientes y un entorno económico justo.


Por eso, afirmo con convicción: México vive un momento de oportunidad, pero solo si lo aprovechamos para atender nuestras debilidades y fortalecer nuestras capacidades internas. Es tiempo de pensar distinto, de replantear nuestras estrategias y de entender que el verdadero crecimiento no solo se mide en exportaciones, sino en la capacidad de un país para ser dueño de su propio destino.


Construir ese México posible requiere liderazgo, compromiso, visión y colaboración. Porque el futuro no se hereda, se construye. Y hoy, más que nunca, está en nuestras manos hacerlo.

 
 
 

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